Surfeando el Territorio Africano

27 OCTUBRE, 2024
Una expedición de descubrimiento y conexión a través del surf
ESCRITO POR BACKGROUND, EN COLABORACION CON GAUCHOS DEL MAR.
FOTOGRAFIA DE JOAQUIN AZULAY & JULIAN AZULAY
English version HERE
África, un continente que muchos ven como lejano y complejo, fue el escenario de esta expedición única liderada por los hermanos Julián y Joaquín Azulay, conocidos como los Gauchos del Mar. Durante 22 meses, recorrieron la costa occidental africana en una vieja ambulancia militar de 1985, desde España hasta Sudáfrica. Pero lo que realmente hizo especial esta expedición no fue el destino final, sino el trayecto: un camino lleno de descubrimientos, conexiones humanas y paisajes que cuentan historias propias.

El objetivo inicial era claro: surfear las olas de la costa occidental de África y, a través de ese acto, crear lazos horizontales con las personas que habitaban esos lugares.Lo que Julián y Joaquín no anticiparon es que más allá de las olas, encontrarían lecciones de vida que transformarían profundamente su percepción del continente, de ellos mismos y del vínculo que tenemos los humanos con la naturaleza.

África, con su historia cargada de cicatrices coloniales, desigualdad social y desafíos políticos, se convirtió en una ruta que parecía imposible de recorrer. Sin embargo, como tantas veces sucede en la vida, los pasos dados con valentía y pasión terminaron conectándolos con algo mucho más grande que los trascendió durante casi dos años y miles de kilómetros recorridos a través de 24 países.
Cada ola que surfeaban era un pequeño triunfo, pero también un recordatorio de que no tenían control alguno sobre la naturaleza. En ocasiones, después de horas de viaje, un simple cambio de viento dejaba sin olas, enseñándoles que la paciencia y la aceptación son parte del viaje. Pero en esas frustraciones también encontraron alegría compartida con las personas locales que los recibían con los brazos abiertos. Porque el viaje da y quita, y en esa incertidumbre, es donde África mostraba su verdadera esencia.

Uno de los momentos más críticos de la expedición fue cuando, en pleno Congo, Joaquín contrajo malaria, recordándoles de forma brutal lo impredecible y desafiantes que podían ser las tierras africanas. A esto se sumaban las dificultades propias del viaje: las gomas de la ambulancia que se rompían en medio de la nada, la constante amenaza del ébola, y la sensación de estar cada vez más lejos de casa, en un entorno donde todo parecía hostil. Sin embargo, esas mismas circunstancias extremas les brindaron la oportunidad de conectar con algo mucho más profundo: la generosidad de la gente local.

"Tantas veces el camino nos puso pruebas, pero tantas otras nos puso gente increíble que nos ayudó a seguir adelante."

Esto es parte de la magia de la expedición, una travesía que les enseñó que, aunque las adversidades puedan ser enormes, el poder de las conexiones humanas y la capacidad de adaptación pueden superar cualquier límite. Aquí, las lecciones que África les ofrecía no venían solo de la naturaleza, sino también de su gente.

Esta expedición también le dio momentos increíbles que ellos habían ido a buscar desde el principio, como sucedió en Skeleton Bay, Namibia. Ese fue uno de esos destinos soñados, donde sabían que iban a encontrar una de las olas más largas y rápidas del mundo, que los esperaba al final de una travesía repleta de desafíos.
La frase que mejor encapsula su experiencia es una que mencionan en su documental: "La pasión puede derribar cualquier límite". Así fue en su caso, donde la pasión los llevó a través de barreras que parecían insuperables, tanto físicas como emocionales. Hay un momento que, si bien es un detalle, muestra esta situación a la perfección, cuando ambos estaban recorriendo parte del desierto africano y era tanto, pero tanto el calor, que el mejor remedio era tomar una bebida caliente para transpirar y que el propio sudor sea el que ayude a enfriar el cuerpo. Claro que la bebida para ellos fue el mate.

Aunque al principio el idioma parecía una barrera insalvable, lo que descubrieron fue que la generosidad y la simpleza del contacto humano son universales. Los gestos, las sonrisas y el compartir cotidiano crearon puentes que el lenguaje verbal no podía.
A su vez, el paso por estos territorios le mostraban historias que son fiel reflejo que en un mismo planeta co-existen realidades opuestas y distantes. Sierra Leona fue un gran ejemplo de esto, donde las mujeres -como en gran parte de los países africanos- son marginadas y limitadas al mismo tiempo que son obligadas a hacer el trabajo duro. Pero incluso en esos lugares siempre hay historias que dan algo de esperanza, y esa esperanza viene de la mano de la naturaleza y el surf. En ese mismo país ellos conocieron a una joven que surfeaba. En un lugar donde los derechos de las mujeres son limitados, verla en el mar fue revolucionario. A través del surf, esa chica era la expresión de una mujer más libre, que puede.Otra cara que muestra África es la de las divisiones políticas, religiosas y las huellas de un pasado histórico marcado por el colonialismo y la esclavitud. El Transkei fue un gran recordatorio de todo esto, una región marcada por el apartheid, donde alguna vez se separó a blancos y negros. Hoy, esos mismos lugares son testigos de una realidad distinta, con surfistas de todas las razas disfrutando de las olas en comunión.

A lo largo de la expedición, la presencia del cambio climático también se hizo evidente para recordarnos que es una problemática que nos une como humanidad, da igual donde te encuentres, siempre se hace ver.

Para ellos, surfear en aguas donde los corales morían debido al aumento de las temperaturas globales fue un recordatorio de que todos los ecosistemas están interconectados. Mostrar la belleza de los ecosistemas que debemos preservar es también una misión para ellos, más allá de las olas.
Si bien el documental muestra las heridas del pasado vigentes en el presente, nos recuerda que al fin de cuentas somos humanos y conectamos con lo más simple: gestos, momentos, naturaleza, deporte, compartir. Ver el mundo de manera fraccionada es algo que nos limita y nos quita oportunidades de empezar a cuidar de una mejor manera el ambiente en el que vivimos.Esta experiencia que hicieron ambos hermanos es admirable para aquellos que amamos salir al mundo a aprender a partir de las conexiones humanas y de naturaleza.

África les enseñó a ellos que lo inabarcable deja de serlo en el momento exacto en que uno se decide a comenzar el camino y transitarlo.Las olas fueron el pretexto para recorrer este continente tan vasto y desconocido, pero fue el camino el que dejó huellas profundas en sus corazones. En este viaje, lo desconocido se reveló como un espacio de aprendizaje y transformación, un recordatorio de que la naturaleza y la humanidad están intrínsecamente conectadas.Los invitamos a ver los dos volúmenes de la expedición a través de los siguientes enlaces: Link 1, Link 2.

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